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Jean Paul Enthoven. El intelectual francés, pareja de Patricia Della Giovampaola: “Las mujeres me han enseñado lo poco que sé de mí mismo”

Argelia tiene alma de mito. Es el escenario perfecto para encontrarse con una aventura romántica, una persecución despiadada, una trama asesina de traficantes o los recónditos vericuetos de los ...

Argelia tiene alma de mito. Es el escenario perfecto para encontrarse con una aventura romántica, una persecución despiadada, una trama asesina de traficantes o los recónditos vericuetos de los aventureros de otro tiempo. Ningún sitio que mencione algo de su historia podrá evitar comparar ese atribulado devenir del sitio de su origen con los dilemas de su adultez: una primera dama que antes de serlo fue su pareja, la que lo engañó con su hijo, con quien tuvo a su nieto que hoy es adolescente, en tanto que, al poco de nacer el niño, la por entonces modelo y cantante abandonó al hijo de su ex y padre de su niño, quien publicaría todo con detalles en un libro, para irse detrás de quien sería presidente de Francia… Un entuerto que solo parecía posible en uno de los libros que Jean Paul Enthoven escribiría décadas después, pero que en verdad terminó sucediéndole a él. Más allá de los escándalos familiares antedichos, hoy está en pareja con Patricia Della Giovampaola, a quien él llama Vita

Todo el misticismo ecléctico que representa Argelia copa la cabeza de Jean Paul Enthoven, que nació allí en 1949. Su ciudad natal, Mascara, fundada en el siglo X por los Banu Ifran, una tribu bereber, lo vio crecer en los brazos de una familia judía burguesa. Su madre Gilberte y su padre Edmond dieron vida al carácter agnóstico que embandera su hijo hoy. Desde siempre su familia lo introdujo en espacios de debate cultural y desarrollo de ideas. Fue interno en el Lycée Lakanal, en Sceaux, y en el Janson-de-Sailly. Más tarde, siguió los pasos de cualquier intelectual francés que se precie: asistió a la Facultad de Letras de París-Sorbona y a la Faculté de Droit de París. Se licenció en historia y en estudios políticos, una especialización en derecho público y ciencias políticas.

Laboralmente siempre estuvo hilando fino entre el pensamiento y la literatura. Hizo sus pininos en Éditions Gallimard como lector, y recaló como asistente del sociólogo y politólogo Maurice Duverger en la Sorbona. Sus vínculos con la filosofía y el pensamiento acumulaban nombres como Raymond Aron, Bernard-Henri Lévy o Pierre Nora. Abandonó la docencia en 1975 para dedicarse a su carrera como periodista en Le Nouvel Observateur, profundizando su presencia en el nido intelectual del pensamiento francés. Para 1984 se convierte en director de la editorial Hachette-Littérature. Sus experiencias siguen de la mano de la editorial Grasset & Fasquelle y el semanario Le Point.

El año último publicó Les raisons du coeur (Las razones del corazón), un “relato verídico, divertido y fantasmagórico”, según sus propias palabras, realizado en primera persona, y que tomó como eje su propia prolongada convalecencia en un hospital luego de una crisis cardíaca que lo arrastró a una intervención quirúrgica de cuidado. Un hecho que parece haber sido el resultado del enfrentamiento de 2020, cuando Raphaël publicó el libro Tiempos ganados , donde retrata a los miembros de su familia o conocidos, a la vez que Jean Paul lanzaba Lo que complació a Blanche.

Estaba en el Bois de Boulogne jugando un partido de tenis con amigo argentino cuando un infarto lo dejó tendido en el court. Su corazón dejó de latir por 155 minutos. Al momento de concurrir de urgencia a la clínica que le daría tratamiento a su afección cardíaca, el médico que lo revisó le preguntó, al ver su aorta totalmente deformada: “¿Aguien te ha molestado últimamente?”.

“La vida es el tema de todas las novelas, y eso es bueno… -señala en charla exclusiva con LA NACION revista-. La literatura, en general, lo es. Como señaló Stendhal, es “un espejo que llevamos en el camino de nuestra vida... El mundo es reflejado en él, transformados en el, para bien y para mal… Soy fiel al adagio que indica que hablando de los demás es como uno habla mejor de sí mismo”. Y no cabe duda de que lo piensa a rajatabla. Esta obra en un largo trayecto que involucra a toda su familias, sus ex amantes, sus amigos, los pensadores que lo influyeron… Nadie quedó sin un párrafo en el cual desenmascarar el vínculo, los recuerdos y las vivencias. Aprovecha la ocasión para devolver la gentileza a su hijo mayor, el profesor de filosofía Raphaël Enthoven, con quien no se habla desde el truculento caso de farándula según el cual compartieron a Carla Bruni antes de ser la primera dama de Francia. Jean Paul no perdona al vástago la publicación del libro donde le regala un retrato demoledor, aunque algunos afirman que se refiere a su padrastro.

Un bon vivant de manual

Es un fanático confeso de Marcel Proust. A través de su prisma lee el mundo. “Es el escritor más inteligente que he leído -afirma-. Me enseñó todo: de la vanidad a los celos, de la ambición al vicio, de la estupidez a la vulgaridad. Proust es un acelerador de nuestra comprensión del mundo. Es un acelerador de la lucidez, como hay, en ciertos laboratorios aceleradores de partículas…”

Con su controversial hijo mayor publicó, en 2013, Un diccionario amoroso de Marcel Proust, que recibió el Prix Femina Essai. Bajo la mirada de dandy francés ilustrado y la lupa proustiana de estilo onírico, revela un libro al año producido en su apartamento de unos 300 metros cuadrados con vistas al parque Monceau, en el distrito VIII de París. En su dinámica cotidiana todo es lujo y voluptuosidad. Sin embargo, el golpe al ego y la salud sirvió para acomodar el orgullo y encaminar el siguiente libro.

-¿La sangre crea lazos eternos?

-Son importantes, sin duda, pero yo creo más en los lazos espirituales... Soy hijo de mis queridos padres, sin duda, pero también soy hijo de Diderot, de Voltaire, de Proust, de Simenon.

Blanche es su última novela inspirada en un diplomático francés retirado que, gracias a una herencia inesperada, lleva una vida de ocio y opulencia en el sur de Italia, paseándose por Capri, Sorrento y Positano, mientas frecuenta a un millonario norteamericano que le presentará a Blanche.

-En sus novelas hay mujeres con presencia, seguras de sí mismas. Ha dicho que se conoce a través de ellas. ¿Qué te ayudaron a descubrir sobre usted?

-Así es, son las mujeres, de hecho, las que me han enseñado lo poco que sé de mí mismo. Me revelaron, según las circunstancias, mi posible valentía, mi cobardía, mi lealtad, mi capacidad de amar. En general, pensaba que el cara a cara con el otro sexo es una experiencia decisiva. De ahí mi malestar con nuestro tiempo cuando tendemos a glorificar posturas fluidas dentro de las cuales los sexos se definen como construcciones culturales y ya no sólo fisiológicas.

-¿Qué lecciones ha aprendido de sus vínculos con los hombres?

-Como todos, soy un animal social, y mi verdadero ser se forjó en contacto con semejantes. A los otros, a mis contemporáneos de hoy y ayer. Me fascinan todas las comedias humanas. Por eso considero a Shakespeare, Balzac, Flaubert o Proust como nuestros mayores maestros de la realidad y de la humanidad.

-Ha dicho que le falta imaginación, ¿cómo se escribe entonces?

-Exacto... Escribo sobre todo sobre la realidad, sobre lo que vivo o he vivido. Bien entendido, viene después la imaginación, y es ella la que transforma, distorsiona o embellece la realidad. De hecho, puede que no me gusten las novelas donde se imagina todo. Me parece gratuito, sin densidad. Prefiero las novelas basadas en hechos reales, como a veces se señala en los créditos de las películas.

-Si tuviera que ir “en busca del tiempo perdido”, ¿qué caminos tomaría?

-Con el tiempo, todos estamos en el mismo punto: perdemos mucho, encontramos poco, si tenemos suerte. Por mi parte, perdí mucho tiempo en mi primera juventud, pero no me arrepiento porque es en este tiempo perdido que forjé mi juicio, mi carácter, mi experiencia.

-¿Cree que hay ciertas historias que nunca nos dejan?

-Creo que ciertas historias y, en primer lugar nuestras historias de amor, nunca nos dejan. Son fraguas que no se apagan y que nunca terminamos de preguntarnos los por qué de su existencia.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/la-nacion-revista/jean-paul-enthoven-el-intelectual-frances-pareja-de-patricia-della-giovampaola-las-mujeres-me-han-nid10112022/

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